(cómo escribí Hellena de Todas Partes)
Creo, hoy más firmemente que nunca, que las obras que escribimos quienes confiamos aún en este oficio macabro y dulce ya vivían dentro de una transparente célula adosada como Plecostomus a los muros interminables e incorregibles de un laberinto. Allí obran la infinitud del tiempo, la deslealtad de las horas y una impenetrable magia que hace verdaderas las historias.
Hellena comenzó a caminar las calles de Roma en las Navidades de 2016, cuando yo misma conocí la hermosa metrópolis de evocaciones imperiales, la verdadera ciudad donde la luz inunda los mármoles históricos y la conciencia del universo, que es la conciencia de la poesía.
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